miércoles, 24 de septiembre de 2008

Los dias previos

Siempre hay una razón. Supongo que ésta es la mía.

El objetivo no es apartarse del estilo de vida impuesto por las salas de cine hollywoodiense. Tal vez el motivo sea que ella continúa sintiendo esa incómoda brisa rozando su cuello, susurrándole al oído. Y está cansada. Quiere detener el vendaval. Cierra puertas y ventanas, pero siempre parece haber corriente en esta casa. Se sienta a pensar, aguardando a que aparezca la metamorfosis que calme el escarabajo. Pero constantemente acaba sentada en una silla que le quema. El miedo al fracaso lo impregna todo y observa cómo el valor resbala por su cuerpo alejándose más allá de sus pies. El pobre no es capaz de encontrar un hueco en el que alojarse. ¡Maldita manía la suya de vivir queriendo representar papeles de actrices inquebrantables!

¿El objetivo? Dejar de cambiar de nombre y vestuario. No sentir un nudo en el estómago. Pero ante todo, desistir en la búsqueda del tesoro escondido. Aprender que esa distinguida dama no se encuentra bajo las piedras de ciudades de otro tiempo. Pero hoy por hoy, es inevitable. Teme que si no echa a correr, quizás cuando la encuentre sea demasiado tarde. Y entonces será juzgada por su conciencia. Y el dolor del arrepentimiento de no haber hecho, de no haber dicho será demoledor. No quiere dejar un rastro efímero en su cama vacía. Porque necesita dejar de perseguir al conejo blanco y que el rumbo de sus piernas no sea regido por decisiones inconscientes propias de un niño. Solo desearía poder llevar en su maleta el abrazo y la mirada de esos pocos que no salieron huyendo cuando descubrieron quién es. Que no se asustaron al ver que anda completamente perdida.

Os echaré muchísimo de menos. Veremos qué ocurre.

(Tal vez no sea el mejor objetivo... pero es lo que hay)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta mucho lo que has puesto. Mucha suerte con todo, seguire tus progresos a traves del blog...

Me das muchisima envidia...